viernes, 6 de enero de 2017

Crisis de Ansiedad: Cuando se pierde el control, 2" y última parte


La opinión de….                                                                                                                                  Josep Lluís Berdonces                                                                                                                                 Dr. en medicina naturista
   Las crisis de ansiedad son frecuentes en situaciones de estrés y en personas nerviosas. Buena parte de los síntomas se dan en el sistema nervioso vegetativo (palpitaciones, dolores de cabeza, ahogos, indigestiones o molestias abdominales, etc.), aunque sin duda los más frecuentes son la sensación de ahogo u opresión en la zona del tórax, que se puede presentar a cualquier hora del día o de la noche, y que hace pensar en la posibilidad de un infarto o una problemática de riesgo vital.
   En personas muy ansiosas en las que las crisis se dan habitualmente, es de gran utilidad el tratamiento con fármacos de la familia de las benzodiacepinas (con una acción reductora de la ansiedad). Sin embargo, estas crisis no deben tratarse indefinidamente, sino en las épocas en las que se dan con mayor asiduidad, en etapas de crisis agudas y en el período inmediato posterior a ellas. Posteriormente se deberá proceder a una deshabituación a estos fármacos y utilizar métodos menos agresivos, para evitar que la persona esté “condenada” a una terapia ansiolítica de por vida.


Valorar las crisis
   Lo primero que hay que hacer ante una crisis de ansiedad es desdramatizar la situación, ya que este trastorno, aunque molesto, no comporta un riesgo importante para la salud. Así, se reducirá considerablemente la angustia derivada del riesgo de una posible muerte u hospitalización, y con ello la espiral que se produce entre síntomas y alarma. En este campo es muy importante la labor de las personas próximas al enfermo, que deben estar tranquilas y mantener la cabeza fría.

Relajación
  Las terapias de relajación (métodos como la relajación autógena de Schultz o el yoga) son muy útiles en la prevención de estas crisis, aunque de entrada pueda costar adaptarse a ellas.

Fitoterapia
   Hay que escoger plantas medicinales con un mayor efecto sedante y relajante muscular. Puede ser útil el kava-kava (Fiper methysiicum), del cual se pueden tomar tres cápsulas cada cinco o seis horas, la Amapola de California (Eschsolízia californica), que además de ser sedante tiene una acción relajante muscular; o el Loto de Montana (Lotuscornailatus)

Estrategias para prevenir las crisis o ataques
   Aunque lo único que realmente puede paliar o curar el trastorno es el seguimiento de una terapia psicológica adecuada, siempre es posible realizar una serie de ejercicios mentales básicos que dificulten la aparición de los episodios de crisis de los que hablamos:
* Por ejemplo, cabe empezar por relajarnos antes de salir a la calle a realizar cualquier actividad, por irrelevante que sea.
* También puede ser útil planificar claramente todo lo que tenemos previsto hacer hasta volver de nuevo a casa (o al lugar de partida), evitando así la posibilidad de que aparezca la angustia asociada a la falta de un plan claro.                              
* Podemos decirnos a nosotros mismos -ya sea mentalmente o en voz alta- que cuando salgamos a la calle mantendremos en todo momento una mínima calma y seremos capaces de realizar las modificaciones necesarias de nuestros planes iniciales. Debemos tener claro y creer que, en el supuesto caso de que nos pasara algo, tendríamos los recursos necesarios para afrontar la situación.
   No obstante, debemos recalcar que estas autoinstrucciones y ejercicios no pueden reemplazar la labor terapéutica del psicólogo o del analista, infinitamente más potente terapéuticamente y de mayor alcance y estabilidad en el tiempo, por lo que resulta más eficaz que las acciones propias sin soporte experto.