miércoles, 1 de octubre de 2014

Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919

 Semana del 19 al 25 de diciembre del 1914

MALTA BASE DE OPERACIONES NAVALES FRANCO-BRITÁNICAS EN EL ADRIATICO Y EL MEDITERRANEO ORIENTAL
La entrada del puerto de la Valette          El puerto visto desde <Barracks>              Acorazado cargando carbón

DE FRANCIA A RUSIA: POR LOS BALKANES

   El corresponsal del Temps y de L’Illustration en Petrogrado, Sr. Charles Rivet, que se fue a Rusia a principios de noviembre, pasando por los Balcanes, ha enviado su diario de ruta, del cual yo publico aquí las páginas las más interesantes.

Malta 6 de noviembre: La Valette ha devenido el punto de abastecimiento de los buques de la marina británica que cruzan del Mediterráneo a los Dardanelos y a los navíos franceses que bloquean la flota austriaca, hoy encontramos el Courbert el Víctor-Hugo. El Marceau se encuentra anclado en permanencia. En el puerto en las insignias de los comercios maltecos, leemos en letras recién pintadas esta inscripción <<Fournisseur de la Marine française>> (Proveedor de la Marina francesa).
   En la ciudad nos cruzamos con Tommy y su inseparable stick, y con el autóctono que en las calles que suben, quiere darse al mismo una impresión de estar afanado. Las dos populaciones, inglesa y maltesa, caminan codo a codo sin mezclarse, esta tiene su comercio mercante, el otro exclusivamente militar y administrativo, venido y viviendo aquí solo por el perfeccionamiento y cuidado de fortaleza de cara al mar.
  El Ernest-Simons, de las Mensajerías ha entrado en el puerto esta mañana, lleva a bordo al Sr. Bompard y Sir Louis Mallet, los embajadores de Francia y Gran-Bretaña que vienen de dejar Constantinopla que se encuentra en un estado de inquietud, aquí se encuentran con una ausencia de miradas hacia ellos que les recuerdan los procedimientos alemanes. También ha llegado al puerto un transportador inglés. Cargado de hasta los topes de tropas hindúes. Es el Dongola que lleva a 
Marsella a estos preciosos auxiliares.

LA GRECIA SOBRE EL QUIEN VIVE
Atenas 8 de noviembre: La entrada en liza de la Turquía ha hecho pasar como un estremecimiento de alegría en la península balcánica. Por fin van a arreglas para siempre la suerte del “Hombre enfermo”, tal es el pensamiento de cada uno, es la impresión que me ha causado a mi llegada. Ha demás es hoy, un buen día para reavivar los odios en Grecia. Festejan el segundo aniversario de la reunión Salónica en el reino de los Helenos. El rey se ha ido con la flota griega.
   Hace un momento, en Pirée, he visto una fila imponente de transportadores anclados. Esperan, según comentarios, a las tropas que irían a lanzar en alguna parte en las costas turcas en el caso que los griegos vinieran, ellos también, beligerantes.
   En Atenas la rubia, ribita aún –bajo la Acrópolis cubierta de oro rojizo- por los innumerables uniformes kakis, todo, desde el vendedor de diarios anunciando infatigablemente a gritos el aplastamiento victorioso de nuestros ejércitos, las alegres fanfarrias de algunos regimientos que regresan de pasar revista y actualmente privados de sus instructores franceses, el viento belicoso sonando en las banderas blancas y azules, hasta los extraños ropajes de los refugiados de Asia Menor albergados, todo evoca la lucha titánica de las naciones de Europa.

LA CAPITAL PROVISIONAL DE SERBIA
Nisch, 11 de noviembre: Yo he dejado la Gracia en un periodo de espera, una Grecia expectante que los duelos aún no se hecho sentir. Después de la desnudez áspera pero tradicional de la Attique, después de Salónica, la cual las preocupaciones incesantes de Atenas han impedido “grisacear” el aspecto, he atravesado una Macedonia monótona, que una ciudad despoblada jalona de vez en cuando como un oasis en el desierto, para por fin encontrar la expansión misma de la desolación de la guerra en la nueva capital serbia.
   El tren que me ha traído de Salónica, al bajar del tren, lo mismo que en Francia he encontrado tropas que parten al frente, allí arriba, hacia Valiévo, los heridos que traen del frente están en los andenes y para poder salir de la estación debo zanquear la lúgubre fila de camillas que esperan en permanecía.
   Por un camino polvoriento, bordeado de casas bajas, pobres de aspecto, llego al centro de la ciudad. Es una pequeña ciudad de provincia rusa, en donde re remarca aun más la vecindad de los Osmanlíes, y que rebosa de gente, un gran número de  gente de Belgrado se han refugiado aquí. El cuerpo diplomático ha tenido que acampar al azar, contentándose de instalaciones de fortuna en casa de los habitantes. La simpática ministra de Francia que he ido a visitar, me recibe en un salón de cura de campaña, en el cual una galería de retratos de serbios orna los muros. Todas las administraciones, en este cuadro restringido, han reducido sus proporciones. El gabinete de los funcionarios, es, en muchos sitios, oficina y dormitorio.

   En los hoteles con nombre pomposo, la cocina es más que modesta, las habitaciones privadas de lo indispensable, son casi inhabitables. Se siente, se ve que todo ha sido sacrificado con un pensamiento único, obsesionante que prima, y que suprimido todo, hasta las distancias sociales: La guerra.
   En otra parte, ha subsistido la vida normal en margen de la guerra, aquí ella le ha sido subordinada. Es un punto de semejanza de la Serbia con la Francia y no es él solo.
   Ah! Si, la guerra está por todos lados en ese pequeño rincón de la Serbia. El paseante que cruzo –que sea un funcionario con un abrigo a la europea o el campesino vestido con un espeso sayal- lleva sobre su cabeza el gorro de policía en uniforme de los movilizados. En el cruce de calles, delante de la residencia real, sin pretensiones o en la legación rusa, han tomado alojamiento, en los puentes, en las vías, viejos de facciones y aspecto de comitadjis hacen los cien pasos, el fusil en bandolera, el torso acinturado de una cartuchera. Sobre el pavimento de cabezas de gato los chiquillos corren gritando la última edición. Oficiales en gran número, los convalecientes con paso pesado, prisioneros que los llevan al trabajo a de paseo.


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