jueves, 14 de agosto de 2014

Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919

Semana del 31 de octubre al 6 de noviembre 1914

ELISABETH, REINA DE LOS BELGAS

<<Ella se encuentra allí abajo, con el rey Alberto, en medio de las tropas que combaten. Ella ha ido de ciudad en ciudad, de campo en campo, de trinchera en trinchera. Ella consuela de vivir y consuela de morir; ella sonríe, ella venda las heridas. Ella es toda dulzura y toda la piedad de ese país de Flandes en donde la niebla espesa envuelve el paisaje triste, sudario grisalla sobre tantas y tantas mortajas de lino….
Reina errante, pero reina como no lo fue jamás la esposa del rey el más poderoso. Ella simboliza toda la patria martirizada y que no quiere ver morir. Lejos de las ciudades orgullosas y de los palacios suntuosos, ella va hacia los soldados caídos bajo la metralla y, cuando ella pasa cerca de ellos, los párpados de los agonizantes se levantan para una última mirada, una última lágrima…..>>

La caída de Amberes

   Según los relatos de los testigos y los croquis de los artistas ingleses han reconstituido episodios de la lucha ardiente que ha precedido la caída de Amberes.
   Es, de una parte, la suprema resistencia del fuerte de Bornhem. Este fuerte era del mismo tipo que todos los que rodean Amberes, no muy impresionantes al verlos, sin duda, anodino de aspecto en tiempo de paz, pero temible en los combates, mientras que sus torrecillas acorazadas intercambian sus  pesados obuses contra los gruesos cañones de sitio alemanes. Las líneas de las trincheras estaban instaladas a su alrededor, bajo la protección de la artillería de campaña, disimulada según el artificio corriente, bajo las ramas que rinden a cada pieza parecida a un arbusto.

Uno de los combates que ha precedido la caída de Amberes: El fuerte de Bornhem (en el centro) bombardeado por la artillería alemana con gruesos calibres. En los primeros planos, artillería de campaña belga e infantería en las trincheras defendiendo el intervalo entre el fuerte y el Escaut

   Desgraciadamente, estas defensas, no podían absolutamente preservar Amberes de una suerte fatal. Su última noche heroica fue de una sinistra belleza. Todas las potencias destructoras parecían unidas contra la ciudad ilustre de Rubens, Van Dyck, Plautus y el famoso sitio del 1832 aparece de nuevo, ante esos horrores como un simulacro, un cuadro de grandes maniobras. Al horizonte, el reflejo rojo del incendio de los depósitos de petróleo, a los cuales los belgas le habían prendido fuego. En el cielo ardiente, los movimientos de los haces de luz pálida de los proyectores eléctricos. En el Escaut, altas columnas de agua levantados por la caída de los obuses. Y, dominando este espectáculo de devastación, la esbelta torre de Notre-Dame, derecha y altanera reta a las peores salvajadas que ha visto la historia.

Morteros belgas (a la izquierda) respondiendo por encima de la ciudad de Malines al tiro de la gorda artillería alemana. A lo lejos a la izquierda, balones cautivos alemanes: En primer plano, ambulancia de Cruz Roja recogiendo y llevarlos al automóvil.

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