Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919
Semana del 31 de octubre al 6 de noviembre 1914
ELISABETH, REINA DE LOS BELGAS
<<Ella se
encuentra allí abajo, con el rey Alberto, en medio de las tropas que combaten.
Ella ha ido de ciudad en ciudad, de campo en campo, de trinchera en trinchera.
Ella consuela de vivir y consuela de morir; ella sonríe, ella venda las
heridas. Ella es toda dulzura y toda la piedad de ese país de Flandes en donde
la niebla espesa envuelve el paisaje triste, sudario grisalla sobre tantas y
tantas mortajas de lino….
Reina errante, pero
reina como no lo fue jamás la esposa del rey el más poderoso. Ella simboliza
toda la patria martirizada y que no quiere ver morir. Lejos de las ciudades
orgullosas y de los palacios suntuosos, ella va hacia los soldados caídos bajo
la metralla y, cuando ella pasa cerca de ellos, los párpados de los agonizantes
se levantan para una última mirada, una última lágrima…..>>
La caída de Amberes
Según los relatos
de los testigos y los croquis de los artistas ingleses han reconstituido
episodios de la lucha ardiente que ha precedido la caída de Amberes.
Es, de una parte,
la suprema resistencia del fuerte de Bornhem. Este fuerte era del mismo tipo
que todos los que rodean Amberes, no muy impresionantes al verlos, sin duda,
anodino de aspecto en tiempo de paz, pero temible en los combates, mientras que
sus torrecillas acorazadas intercambian sus
pesados obuses contra los gruesos cañones de sitio alemanes. Las líneas
de las trincheras estaban instaladas a su alrededor, bajo la protección de la artillería
de campaña, disimulada según el artificio corriente, bajo las ramas que rinden
a cada pieza parecida a un arbusto.
Uno de los combates que ha precedido la caída de
Amberes: El fuerte de Bornhem (en el centro) bombardeado por la artillería alemana
con gruesos calibres. En los primeros planos, artillería de campaña belga e
infantería en las trincheras defendiendo el intervalo entre el fuerte y el
Escaut
Desgraciadamente,
estas defensas, no podían absolutamente preservar Amberes de una suerte fatal.
Su última noche heroica fue de una sinistra belleza. Todas las potencias
destructoras parecían unidas contra la ciudad ilustre de Rubens, Van Dyck,
Plautus y el famoso sitio del 1832 aparece de nuevo, ante esos horrores como un
simulacro, un cuadro de grandes maniobras. Al horizonte, el reflejo rojo del
incendio de los depósitos de petróleo, a los cuales los belgas le habían
prendido fuego. En el cielo ardiente, los movimientos de los haces de luz
pálida de los proyectores eléctricos. En el Escaut, altas columnas de agua
levantados por la caída de los obuses. Y, dominando este espectáculo de
devastación, la esbelta torre de Notre-Dame, derecha y altanera reta a las
peores salvajadas que ha visto la historia.
Morteros belgas (a la izquierda) respondiendo por
encima de la ciudad de Malines al tiro de la gorda artillería alemana. A lo
lejos a la izquierda, balones cautivos alemanes: En primer plano, ambulancia de
Cruz Roja recogiendo y llevarlos al automóvil.
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