Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919
Semana del 26 de septiembre al 2 de octubre 1914
Uno de los más grandes crímenes de la Historia:
El bombardeo de la catedral de Reims
He aquí que hace
ocho días, Notre- Dame de Reims era una de las más famosas y mas bellas
catedrales del mundo, con sus innumerables esculturas, cuya abundancia no
ahogaba de ningún modo la grandeza de sus líneas arquitecturales, la fachada
occidental era una maravilla única, y se podía decir lo mismo de las esculturas
que adornaban las paredes interiores de esta misma fachada. Los vítreos tan
admirados de los turistas y, principalmente los de la gran rosa del Oeste,
entre las dos torres, en donde sonreía en medio de una corte de Ángeles, reyes
y patriarcas, la Virgen, patrona de la basílica, contaba entre las más antiguas
de las iglesias de Francia.
En este momento no
queda de esta maravilla que el grueso de la obra de piedra, las murallas
audaces y la bóveda que abriga la iglesia. Del admirable revoltijo de estatuas
que animaban el exterior de la torre del Norte-Oeste, subsisten solamente
troncos, fragmentos, y, si alguna de las esculturas ha escapado a la
destrucción, han estado a tal punto perjudicadas por el incendio, que no se
pueden distinguir. Entre las que adornaban la torre Sur-Oeste, se distinguen
varias que han salido casi indemnes del desastre, pero las otras se han
derrumbado o están seriamente dañadas. En cuanto a las bellas imágenes que
encuadraban las puertas al interior de la basílica, no queda que un montón de
piedras calcinadas.
Base de la torre Norte-Oeste, después del incendio
En el coro, la
caballerizas y artesonadas, y comprendiendo el púlpito del cardinal han sido
consumidos. En la nave lateral las vidrieras de las ventanas superiores e
inferiores han sido casi completamente devastadas, las cristalerías de esas
obras maestras, las cuales databan del siglo trece, yacen en el suelo en pequeños fragmentos, mismo
respetando su estado de piedra, el calor del incendio a dañado severamente la
célebre rosácea. Los tejados de piedra de la nave están completamente
destruidos. En fin, los contrafuertes de hierro han sufrido mucho menos. Uno de
ellos en el lado Norte-Este ha sido limpiamente quebrado por un obús.
Una cuestión viene
al espíritu ¿Cómo se ha cumplido este crimen? y ¿Cómo sus autores buscaran a
justificarlo?
Yo empezare por
resumir la génesis de este acto.
El 4 de septiembre,
los alemanes penetran en Reims después de un primer bombardeo que había
destruido numerosas casas y matado 60 habitantes. Este acto de rigor, provenía
de un mal entendido: dos parlamentarios alemanes encargados de negociar la
rendición de la ciudad, no habían llegado en el tiempo acordado. No obstante la
catedral había sido evitada.
El 12 de
septiembre, durante la noche las tropas francesas retoman posesión de la
ciudad. Por la mañana del día siguiente, instalan proyectores sobre la
basílica, pero los quitan rápidamente después que los dos estados mayores
hubieron convenido que ella no serviría de ninguna manera a las operaciones
militares. El 17, las baterías alemanas situadas cerca de Nogent-l’Abbesse,
empezaron a bombardear Reims, y, los obuses caían en los barrios vecinos de la
catedral, se empezó a pensar que los apuntadores la habían tomado como blanco.
Numerosos habitantes murieron, no obstante, el edifico, no fue que ligeramente
tocado. Para asegurar su protección, se trasporta al interior 63 heridos
alemanes, que fueron instalados en la nave sobre camas de paja, banderas de la
Cruz Roja fueron izadas en cada torre. Además estas disposiciones fueron
llevadas al conocimiento del comandante alemán.
No obstante, el
bombardeo vuelve a empezar el 18 hacia las 8h 15, esta vez la catedral fue
alcanzada por enormes obuses de 220, que perjudicaron gravemente las esculturas
exteriores y las ventanas interiores del crucero principal. Las cristalerías
que databan de los siglos 13 y 14, volaron en trozos. Un obús quiebra una
gárgola y los trozos penetran por una ventana matando a un
gendarme, hirieron a otro y remataron a dos prisioneros heridos.
Penetrando en la
catedral, la tristeza y la desolación de la escena impresiona. A través de un
portal yace un viejo mendigo que, desde hacía años imploraba en este mismo
sitio la caridad de los fieles, como indiferente al espantoso drama que se
desarrollaba a su alrededor, se había quedado ahí medio enterrado bajo los
escombros de piedras y vidrios, pero con la mano extendida pidiendo aun la
caridad. El suelo está cubierto de trozos informes, sobre un montón de
escombros, una araña que la cadena había sido cortada por un obús. Hacia el
fondo, los heridos alemanes se protegían detrás de los enormes pilares para
escapar de la lluvia de proyectiles. Un charco de sangre precisaba el sitio en
el que el pobre gendarme había encontrado la muerte, y, muy cerca, dos
cadáveres alemanes estaban tendidos sobre la paja. Cada vez que un obús
explotaba fuera, los prisioneros temblaban de miedo bajo la lluvia de
fragmentos que caían del tejado o ventanas.
Esta jornada del
viernes se había terminado con un furioso combate de artillería. Pero, pero por
la mañana nos pareció que los alemanes estaban repentinamente en presa de una
de sus fiebres de vandalismo que habían trasformado Louvain en un montón de
escombros. Durante toda la mañana su tiro se ensaña contra la catedral. En ese
momento fue cuando sufrió principalmente el ala Sur, cerca del cual está
situado el palacio del arzobispo y la famosa sala del Tau, en donde tenía lugar
la consagración de los reyes de Francia y el festejo real. Estos edificios
fueron completamente destruidos. Varios obuses alcanzaron la catedral, si ellos
no dañaron las murallas, sí desprendieron enormes fragmentos de piedra. Un
proyectil cayó sobre el rincón Norte-Este rompiendo un contrafuerte e
incendiando las traviesas del tejado. Es extraño que este monstruoso obús no
haya destruido el edificio completamente. La razón es que había sido disparado
a una distancia de 11
kilómetros y sobre un gran ángulo, la fuerza de
penetración de los proyectiles así lanzados, era muy reducida en el momento del
impacto, llegaban muertos, por decir algo, solo eran peligrosos por la
explosión.
Durante este
bombardeo, los heridos alemanes se habían vuelto locos de miedo. Los más
válidos se arrastraban hasta los escalones de las escaleras para refugiarse en
los agujeros.
Yo abordo ahora la
gran tragedia, la que los resultados van a ser irremediables. Desde mayo del
1913, la torre Norte-Oeste estaba en reparación y andamios escalaban casi hasta
lo más alto de la torre. Hacia las 4 de la tarde, estas estructuras se
incendiaron. Según el Sr. Cura Chinot que se encontraba en ese momento en el
interior con el arzobispo, el cardinal Luçon, que, de vuelta del Cónclave había
llegado a Reims lo más rápidamente que él pudo, un obús habría caído de lleno
sobre el andamio. El incendio se declaro instantáneamente, hubiese podido ser
apagado, desgraciadamente, el cuartel de bomberos, el más próximo, había sido
destruido por un obús. Las llamas se extendieron en los revoltijos de las vigas
con una rapidez increíble, en unos minutos se envolvieron en una capa de fuego
y ganaron las duras vigas de encina de los tejados que se inflamaron como
cerillas. La escena presenta un aspecto de un horror sublime.
La sala de Tau, dicha también de reyes, que hacía
comunicar la catedral y el Palacio del Arzobispo
En el interior el
espectáculo era seguramente más impresionante. Los alemanes asustados buscaban
una salida, pero el plomo fundido que caía del tejado, había incendiado la
paja. El arzobispo y el cura Chinot les indicaban el camino a los más válidos y
arrastraban a los otros hacia la puerta Norte. Aquí, se había agrupado una
muchedumbre a la que desesperaba la obra de destrucción y los dos eclesiásticos
tuvieron mucho trabajo para salvar las vidas de los prisioneros. La mayoría
pudieron ser trasladados a una imprenta vecina, pero los otros que intentaban
refugiarse en el palacio del arzobispo, fueron sorprendidos por las llamas,
otros fueron agredidos por esta muchedumbre indignada. Se estimó el numero de
los que perecieron a una docena y comprendido un oficial. Los otros debieron su
salud a la noble dedicación del cardinal y el cura Chinot.
La estructura de la
catedral no ha sufrido demasiado, no creo que haya miedo a la caída de la
bóveda de piedra. Ciertamente no es la culpa del Kaiser si las murallas no se
han derrumbado, le rendimos gracias solo a la distancia que separa los cañones
de esta maravilla histórica. Un hecho es cierto, es que el área de la
destrucción de Reims, se extiende alrededor de la catedral, en un radio de 500 metros al Sur-Oeste
y al Norte-Este y un radio apenas más pequeño al Este y al Oeste. Parece
evidente que todos los obuses caídos en este espacio, habían sido tirados sobre
la catedral, el solo blanco que podían distinguir con claridad los artilleros
alemanes. Los vándalos modernos no pueden aportar a su acto ni justificación,
ni excusa. Hay que lamentar que el arsenal de leyes humanas no haya previsto un
castigo proporcional a un tal crimen.
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