domingo, 20 de julio de 2014

Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919

Semana del 26 de septiembre al 2 de octubre 1914

Uno de los más grandes crímenes de la Historia:
El bombardeo de la catedral de Reims

   He aquí que hace ocho días, Notre- Dame de Reims era una de las más famosas y mas bellas catedrales del mundo, con sus innumerables esculturas, cuya abundancia no ahogaba de ningún modo la grandeza de sus líneas arquitecturales, la fachada occidental era una maravilla única, y se podía decir lo mismo de las esculturas que adornaban las paredes interiores de esta misma fachada. Los vítreos tan admirados de los turistas y, principalmente los de la gran rosa del Oeste, entre las dos torres, en donde sonreía en medio de una corte de Ángeles, reyes y patriarcas, la Virgen, patrona de la basílica, contaba entre las más antiguas de las iglesias de Francia.
   En este momento no queda de esta maravilla que el grueso de la obra de piedra, las murallas audaces y la bóveda que abriga la iglesia. Del admirable revoltijo de estatuas que animaban el exterior de la torre del Norte-Oeste, subsisten solamente troncos, fragmentos, y, si alguna de las esculturas ha escapado a la destrucción, han estado a tal punto perjudicadas por el incendio, que no se pueden distinguir. Entre las que adornaban la torre Sur-Oeste, se distinguen varias que han salido casi indemnes del desastre, pero las otras se han derrumbado o están seriamente dañadas. En cuanto a las bellas imágenes que encuadraban las puertas al interior de la basílica, no queda que un montón de piedras calcinadas.

                                                        Base de la torre Norte-Oeste, después del incendio

   En el coro, la caballerizas y artesonadas, y comprendiendo el púlpito del cardinal han sido consumidos. En la nave lateral las vidrieras de las ventanas superiores e inferiores han sido casi completamente devastadas, las cristalerías de esas obras maestras, las cuales databan del siglo trece, yacen en  el suelo en pequeños fragmentos, mismo respetando su estado de piedra, el calor del incendio a dañado severamente la célebre rosácea. Los tejados de piedra de la nave están completamente destruidos. En fin, los contrafuertes de hierro han sufrido mucho menos. Uno de ellos en el lado Norte-Este ha sido limpiamente quebrado por un obús.

    Tal es, expuesto en grandes líneas, la obra de destrucción cumplida por el ejército de un emperador que amaba titularse el apóstol de la civilización y que jamás abría la boca sin tratar al Ser supremo como su socio. La destrucción de Reims ocupará ciertamente un sitio de los más honorables, en la historia de los grandes crímenes.
   Una cuestión viene al espíritu ¿Cómo se ha cumplido este crimen? y ¿Cómo sus autores buscaran a justificarlo?
   Yo empezare por resumir la génesis de este acto.
   El 4 de septiembre, los alemanes penetran en Reims después de un primer bombardeo que había destruido numerosas casas y matado 60 habitantes. Este acto de rigor, provenía de un mal entendido: dos parlamentarios alemanes encargados de negociar la rendición de la ciudad, no habían llegado en el tiempo acordado. No obstante la catedral había sido evitada.
   El 12 de septiembre, durante la noche las tropas francesas retoman posesión de la ciudad. Por la mañana del día siguiente, instalan proyectores sobre la basílica, pero los quitan rápidamente después que los dos estados mayores hubieron convenido que ella no serviría de ninguna manera a las operaciones militares. El 17, las baterías alemanas situadas cerca de Nogent-l’Abbesse, empezaron a bombardear Reims, y, los obuses caían en los barrios vecinos de la catedral, se empezó a pensar que los apuntadores la habían tomado como blanco. Numerosos habitantes murieron, no obstante, el edifico, no fue que ligeramente tocado. Para asegurar su protección, se trasporta al interior 63 heridos alemanes, que fueron instalados en la nave sobre camas de paja, banderas de la Cruz Roja fueron izadas en cada torre. Además estas disposiciones fueron llevadas al conocimiento del comandante alemán.
   No obstante, el bombardeo vuelve a empezar el 18 hacia las 8h 15, esta vez la catedral fue alcanzada por enormes obuses de 220, que perjudicaron gravemente las esculturas exteriores y las ventanas interiores del crucero principal. Las cristalerías que databan de los siglos 13 y 14, volaron en trozos. Un obús quiebra una
gárgola y los trozos penetran por una ventana matando a un gendarme, hirieron a otro y remataron a dos prisioneros heridos.
   Penetrando en la catedral, la tristeza y la desolación de la escena impresiona. A través de un portal yace un viejo mendigo que, desde hacía años imploraba en este mismo sitio la caridad de los fieles, como indiferente al espantoso drama que se desarrollaba a su alrededor, se había quedado ahí medio enterrado bajo los escombros de piedras y vidrios, pero con la mano extendida pidiendo aun la caridad. El suelo está cubierto de trozos informes, sobre un montón de escombros, una araña que la cadena había sido cortada por un obús. Hacia el fondo, los heridos alemanes se protegían detrás de los enormes pilares para escapar de la lluvia de proyectiles. Un charco de sangre precisaba el sitio en el que el pobre gendarme había encontrado la muerte, y, muy cerca, dos cadáveres alemanes estaban tendidos sobre la paja. Cada vez que un obús explotaba fuera, los prisioneros temblaban de miedo bajo la lluvia de fragmentos que caían del tejado o ventanas.
   Esta jornada del viernes se había terminado con un furioso combate de artillería. Pero, pero por la mañana nos pareció que los alemanes estaban repentinamente en presa de una de sus fiebres de vandalismo que habían trasformado Louvain en un montón de escombros. Durante toda la mañana su tiro se ensaña contra la catedral. En ese momento fue cuando sufrió principalmente el ala Sur, cerca del cual está situado el palacio del arzobispo y la famosa sala del Tau, en donde tenía lugar la consagración de los reyes de Francia y el festejo real. Estos edificios fueron completamente destruidos. Varios obuses alcanzaron la catedral, si ellos no dañaron las murallas, sí desprendieron enormes fragmentos de piedra. Un proyectil cayó sobre el rincón Norte-Este rompiendo un contrafuerte e incendiando las traviesas del tejado. Es extraño que este monstruoso obús no haya destruido el edificio completamente. La razón es que había sido disparado a una distancia de 11 kilómetros y sobre un gran ángulo, la fuerza de penetración de los proyectiles así lanzados, era muy reducida en el momento del impacto, llegaban muertos, por decir algo, solo eran peligrosos por la explosión.
   Durante este bombardeo, los heridos alemanes se habían vuelto locos de miedo. Los más válidos se arrastraban hasta los escalones de las escaleras para refugiarse en los agujeros.
   Yo abordo ahora la gran tragedia, la que los resultados van a ser irremediables. Desde mayo del 1913, la torre Norte-Oeste estaba en reparación y andamios escalaban casi hasta lo más alto de la torre. Hacia las 4 de la tarde, estas estructuras se incendiaron. Según el Sr. Cura Chinot que se encontraba en ese momento en el interior con el arzobispo, el cardinal Luçon, que, de vuelta del Cónclave había llegado a Reims lo más rápidamente que él pudo, un obús habría caído de lleno sobre el andamio. El incendio se declaro instantáneamente, hubiese podido ser apagado, desgraciadamente, el cuartel de bomberos, el más próximo, había sido destruido por un obús. Las llamas se extendieron en los revoltijos de las vigas con una rapidez increíble, en unos minutos se envolvieron en una capa de fuego y ganaron las duras vigas de encina de los tejados que se inflamaron como cerillas. La escena presenta un aspecto de un horror sublime.

La sala de Tau, dicha también de reyes, que hacía comunicar la catedral y el Palacio del Arzobispo

   En el interior el espectáculo era seguramente más impresionante. Los alemanes asustados buscaban una salida, pero el plomo fundido que caía del tejado, había incendiado la paja. El arzobispo y el cura Chinot les indicaban el camino a los más válidos y arrastraban a los otros hacia la puerta Norte. Aquí, se había agrupado una muchedumbre a la que desesperaba la obra de destrucción y los dos eclesiásticos tuvieron mucho trabajo para salvar las vidas de los prisioneros. La mayoría pudieron ser trasladados a una imprenta vecina, pero los otros que intentaban refugiarse en el palacio del arzobispo, fueron sorprendidos por las llamas, otros fueron agredidos por esta muchedumbre indignada. Se estimó el numero de los que perecieron a una docena y comprendido un oficial. Los otros debieron su salud a la noble dedicación del cardinal y el cura Chinot.
   La estructura de la catedral no ha sufrido demasiado, no creo que haya miedo a la caída de la bóveda de piedra. Ciertamente no es la culpa del Kaiser si las murallas no se han derrumbado, le rendimos gracias solo a la distancia que separa los cañones de esta maravilla histórica. Un hecho es cierto, es que el área de la destrucción de Reims, se extiende alrededor de la catedral, en un radio de 500 metros al Sur-Oeste y al Norte-Este y un radio apenas más pequeño al Este y al Oeste. Parece evidente que todos los obuses caídos en este espacio, habían sido tirados sobre la catedral, el solo blanco que podían distinguir con claridad los artilleros alemanes. Los vándalos modernos no pueden aportar a su acto ni justificación, ni excusa. Hay que lamentar que el arsenal de leyes humanas no haya previsto un castigo proporcional a un tal crimen.


                                                     

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