Centenario de la primera guerra mundial 1914
Semana del 12 al 19 de septiembre del 1914
La Bélgica ensangrentada
El largo telegrama
de protesta que Guillermo II dirige al presidente Wilson.
El emperador
protesta contra el empleo de balas dum-dum,
que, a su decir, se sirven las tropas inglesas y francesas.
Yo dejo a otros el
cuidado de devolverle una tal afirmación. Si yo hubiese tenido la confirmación
de un hecho de esta especie no dudaría un segundo en señalar a los jefes de
nuestras tropas aliadas, cual es el reproche de las tropas alemanas.
Ya que yo no he visto heridas de balas dum-dum, ni sobre un soldado belga, ni
sobre un soldado alemán.
Pero el Kaiser
termina su telegrama con alegato a favor de los asesinos e incendiarios de
Louvain: <<Mi corazón sangra, escribe, cuando yo veo que tales medidas
son inevitables y cuando en las innumerables personas inocentes que han perdido
la vida y sus vienes a causa de las acciones criminales y bárbaras de los
belgas>>.
Un grupo de incendiarios satisfechos de su obra y
posando complacientes delante de un fotógrafo holandés
Así que yo protesto
con indignación. Yo protestare (dice el presidente Wilson), mismo que si yo
tuviese la seguridad que los tiros habían sido tirados desde las casas de
Louvain sobre las tropas alemanas, porque ellas no excusarían las abominables
muertes que han sido cometidas sobre inocentes y el incendio que ha devorado,
no la parte de una ciudad, sino la ciudad entera. El sol se ha levantado cuatro
veces para iluminar las nubes de jumo que planean sobre Louvain.
LO QUE FUE DE LOUVAIN: Los alemanes por un gesto de
pudor, han respetado el ayuntamiento, joya del siglo XV; pero San Pedro (al
fondo), como la Universidad, no queda nada más que los muros.
Y he aquí que
ahora, sangra el tierno corazón del Kaiser!
Hace seis semanas,
el nombre de Berlín se burlaba de la opinión de América, hoy él no la descuida.
Y ahora él se
preocupa de la suerte infligida a los inocentes, yo me hago el deber aquí de
librar sin tardar la verdadera historia de estos últimos días de una cuidad
sobre las cenizas de las cuales sangra inútilmente el corazón de un rey de
Prusia.
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