Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919
Semana del 12 al 19 de septiembre 1914
El Cónclave y el nuevo papa Benito XV
El Cónclave que ha
elegido a Benito XV, ha estado remarcable a más de un título a causa de las
graves conjeturas en medio de las cuales se ha tenido, por las consideraciones
especiales de la Iglesia y a su gobierno por la personalidad del elegido.
Primeramente se había supuesto que en esta devastación universal la barca de
Pedro, por así hablar, plegaría la vela y, como refugiándose en un puerto, se
confiaría el timón a uno de los más ancianos entre los cardinales, con la
misión de administrar prudentemente a la Iglesia. Estas previsiones han sido
desmentidas como tantas otras por tal acontecimiento. El reino de Benito XV se
anuncia como un pontificado estable.
EL NUEVO PAPA: Giacomo, marques Della Chiesa, que ha
tomado el nombre de Benito XV
Al entrar en el
Cónclave, los cardinales debían hacer juramento de secreto inviolable y el
cardinal-camarlengo, interino pontifical, procedía a una solemne clausura de
las puertas con el sello de la Santa Sede. Se creía que el pueblo de Roma no
sabría nada sobre los votos del Sagrado Colegio que por el “sfumate” el humo
que saldría de una cierta chimenea del Vaticano, en donde se queman los boletos
del escrutinio sin
resultado. Y por tanto, cada noche detalles de la jornada
del Cónclave han franqueado la barrera y han recorrido la ciudad. Se ha sabido
que, el primer voto había sido un homenaje a las terribles pruebas que estaba
pasando la Bélgica y una manifestación de la gran mayoría de los cardinales
contra los horrores de la guerra desencadenada por Alemania y Austria-Hungría.
Los cardinales de esos dos estados acogidos por sus colegas con la cortesía la
más perfecta, pero también la más fría, estaban moralmente puestos de lado,
mientras que todo el mundo se apresuraba al lado de S. E. Mercier, arzobispo de Malines y primado
de Bélgica que el dolor visible realzaba su dignidad natural. El primer
escrutinio reunió con el nombre del cardinal Mercier, como unos veinte votos y,
empezaron los debates políticos sagrados.
Es la tradición de
votar dos veces por día. Las circunstancias presentes exigen ir más deprisa,
los votos se sucedían sin interrupción, sobre todo durante el día en donde la
lucha se circunscribió entre dos eminencias: Pietro Maffi, arzobispo en Pisa y
Domenico Ferrata, antiguo nuncio de París. El primero, reputado liberal, tenía
naturalmente contra él a los cardinales de la creación del papa difunto. El
segundo, pasando, con o sin razón, por francófilo a causa de su actividad
diplomática en París, tenía otros adversarios. S. E. Maffi, después de haber
alcanzado 30 votos, su progresión se estancó por una oposición irreductible,
pero que el mismo, no tenia el poder de poder elegir un candidato a su gusto.
El candidato desconocido, el papa de conciliación se anunciaba. Pero aquí
empiezan las sorpresas.
Se pensaba en un
hombre circunspecto, cargado de años y de experiencia. Los dos hermanos
Vannutelli en otro tiempo “papales”, más que octogenarios ahora han renunciado.
El cardinal Agliardi antiguo nuncio de Munich y en Viena, fue presentado. Él
juzgó que tiara era demasiado pesada para su canosa cabeza, rehusó ser papa.
<<La Iglesia necesita una cabeza joven, un carácter
enérgico, un político consumido al mismo tiempo que un pastor del diócesis
universal. Un hombre en el Sagrado Colegio que reúna todas las cualidades en un
grado eminente es S. E. Della Chiesa arzobispo de Bolonia>>. Así habló
sabio como Nestor el cardinal Agliari. El nombre Della Chiesa, pasa de boca en
boca. La mañana del tercer día, salía del cáliz que es la urna electoral en los
Cónclaves con más de cincuenta votos sobre sesenta.
Elección imprevista,
sin duda. Ya que el arzobispo de Bolonia no había sido hecho cardinal que desde
el mes de mayo de este año. Pero en el Vaticano se sabía a que punto político,
el gran consejo de la Iglesia sabía a quien remetía su futuro.
Giacomo, marques
Della Chiesa, nacido en Génova en 1854, es de raza y linaje de los Pecci y los
Rampolla, una aristocracia de nacimiento, un diplomático de educación y
carrera. Solo en esto, él es diferente completamente de su sucesor Pío X, de
extracción popular, quedó extranjero por principio a la política y cuidadoso
antes que nada de teología, dogmatismo y disciplina eclesiástica. Después de
haber hecho sus estudios en el Colegio Capranica, el joven padre Della Chiesa,
pasa por la Academia de los nobles eclesiásticos, vivero de diplomáticos de la
Santa Sede. Es aquí que se había formado antes que el futuro León XIII y el que
debería ser su secretario de estado. Y monseñor Della Chiesa, prelado de curia,
fue agregado al secretariado de asuntos eclesiásticos extraordinarios, en ese
entonces dirigido por Rampolla que pronto discernía las raras cualidades de su
colaborador. Cuando Rampolla fue enviado como nuncio a Madrid, se llevó con él
al joven prelado en calidad de auditor (secretario) y cuando León XIII lo llamó
a Roma para confiarle la secretaría de Estado, él hizo nombrar vice-secretario
a su inseparable colaborador, el que mejor conocía sus ideas. Della Chiesa no
dejó la curia que bajo el pontificado de Pío X, cuando murió el arzobispo de
Bolonia Msr. Suampa, el estaba a la cabeza de este importante diócesis desde
hacía siete años
sin haber perdido por esto el contacto con los asuntos de
Europa y de todo el catolicismo, en el que se había penetrado con una practica
de casi un cuarto de siglo.
Son las ideas de
León XIII y de Rampolla que sobresale en la política de la Iglesia con la
entronización del que fue el alter ego
de ese gran papa y de ese gran cardinal.
El primer acto
pontifical de Benito XV ha sido de publicar una encíclica contra los horrores
de la guerra, nacida de ambiciones culpables que pone actualmente a la Europa a
fuego y sangre. Ha dirigido a los soberanos una paternal, pero grave conjuro
“por la salud de la sociedad humana”.
Esta llamada, no a
los pueblos, sino a los soberanos, es del más alto alcance. Ella responde al
papel de la Santa Sede, en la que Guizot consideraba “la más grande autoridad
moral del mundo”.
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