sábado, 19 de julio de 2014

Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919

Semana del 26 de septiembre al 2 de octubre 1914


LA DESTRUCCIÓN SISTEMÁTICA POR LOS ALEMANES DE PUEBLOS DE FRANCIA
   Cuando se fueron precipitadamente delante de los ingleses y franceses, era un desfile desordenado, han destruido el puente detrás de ellos, era la derrota. Testimonio de su huida precipitada, todos esos paquetes de municiones, esos grandes obuses acumulados al borde de la carretera, los grandes convoyes de víveres que los franceses han quemado en el bosque de Villers-Cotterest, el testigo en lo alto del cerro que domina la ciudad y sus alrededores, es esa batería completa, abandonada, ocho cañones grises con sus cajones de municiones, las culatas rotas, con la altanera y pretenciosa divisa: Ultima regis ratio…..
   Mientras revisamos los cañones que ya no hacen daño a nadie, entendemos un cañoneo en la dirección de Soissons. A pesar de la lluvia que bate, el fragor rula, continuo y sin cesar, vamos a ver que pasa por allí.
   A una decena de kilómetros de la Ferté, encontramos en el camino un primer convoy de artillería francesa, nos advierten que nos encontramos en la retaguardia, en efecto no paramos de encontrar soldados, los innumerables servicios que constituye la suite ordinaria y obligatoria de un ejército en marcha, convoyes de municiones, víveres, tren de equipajes, servicios de salud, coches militares, vehículos de todas clases reglamentarios o requisados, carros con bancos, carretillas, enormes camiones cubiertos con lonas, kilómetros y kilómetros de convoyes subiendo y bajando, un inmenso movimiento, una actividad prodigiosa.
   En los pueblos, gente en las puertas a pesar de la lluvia incesante, tropas acantonadas.
   Allí abajo el cañón truena. A cada salto del automóvil sobre la carretera inundada, pero que aguanta a pesar del acarreo incesante, nos acercamos y el ruido aumenta, se extiende. La batalla no esta lejos. Desde hace una hora cruzamos coches y ambulancias que traen heridos del frente, heridos del día, recién heridos que se aperciben a través de las lonas, brazos, piernas o la cabeza vendada…..La cañoneada se aleja de día en día, pero hoy, allá, ha quedado estacionada, al parecer se baten al Norte de Soissons.
   Ahora estamos muy cerca, al cabo de algunos instantes, el oído del profano, si se puede decir del que desgraciadamente  no es soldado y no se bate se acostumbra a esta terrible música y se habitúa a distinguir
las siniestras voces que la componen como si hiciesen partido de una orquesta; la sucesión regular del 75 francés, secos y limpios; la respuesta más sorda de los cañones alemanes, y, a intervalos espaciados, dominando y subrayando el conjunto, el formidable mugido de los morteros de sitio “la activa Berta” y la “perezosa Gretchen” como ellos la llaman.

    Desde hace cuatro días los alemanes bombardean Soissons. Los efectos de los bombardeos se ven ya en los suburbios. La admirable iglesia de Saint-Jean-des-Vignes es el primer testigo que habla de la salvajería alemana, una de sus finas y largas flechas de su doble campanario, ha sido arrancada, sus fragmentos han despedazado la otra. Sobre la calzada adoquines y especies de fosas de dos a tres metros de profundidad, entre cinco a seis metros de diámetro, los adoquines han sido arrancados, la tierra reducida en arena, por todo salpicado de toda clase de fragmentos, casas derrumbaras, tejados reventados, muros derribados, árboles segados….Correos, el gran seminario están en ruinas. La catedral ha sufrido relativamente pocos daños, no tiene nada más que una capilla reducida en polvo y uno se felicita las lígrimas en los ojos de haber escapado a tan bajo precio. Hace cuatro días que dura el bombardeo, hay que ver esto ¡Qué miseria! Ahora es sobre la estación y el hospital que están tirando, ya hace tres horas y no tienen el aire de calmarse….
   Los tiros de mortero de sitio, ya no se escuchan, sólo queda la artillería de campaña que prosigue su obra,
un obús cae sobre el hospital en donde se encuentran los soldados heridos franceses y sistemáticamente, científicamente, buscan a destruirlo. Esta mañana han detenido a un espía alemán que les hacía rectificar el tiro.
   Los alemanes ocupan las mesetas que dominan la ciudad del Norte al Oeste, posiciones fuertemente atrincheradas. Han transformado en una sólida y terrible fortaleza las antiguas canteras que han recubierto con maderos, fajinas, sacos de tierra, han instalado sus morteros dentro bien al abrigo y no paran de bombardear, los franceses han ensayado desalojarlos a la bayoneta, pero la posición es demasiado ruda. Tendrá que ser la artillería pesada que podrá reducirla. Por todas partes se lucha con rabia….
   Los habitantes que se han quedado en Soissons, se esconden en los sótanos cuando el cañoneo suena demasiado fuerte. Cuándo el ruido se modera, salen a inspeccionar el cielo y los daños.
    Por encima de las colinas, que la cima enverdecida se recorta sobre un cielo que empieza aclararse un poco de este lado y que enrojece el oro y flama del crepúsculo, pequeñas bolas de humo blanco se elevan y se disuelven lentamente en el aire. Son las señales de los cañones escupiendo su fuego. Más alto sobre el gris uniforme de las nubes, el ojo empieza a distinguir las rápidas parábolas de los obuses que el estallido deja pequeñas manchas negras, cajas de metralla que se abren en el aire como bombas de fuegos de artificio, un copo blanco…..y otros obuses, otras bombas, otros shrapnells…..Uno no se puede desatar de este espectáculo.
   Para que el cuadro fuese completo, salimos por Maeux y vamos a través del inmenso campo de batalla de la Marne, aún está sembrado de cadáveres y jalonado de ruinas fumantes de veinte pueblos devastados, saqueados, incendiados, volvemos de Soissons a París por Villers-Cotterets y Senlis…….
   ¡Ahhhh! Es terrible, el lastimoso espectáculo! Pobre y triste Senlis, las tórtolas ya no vuelan por encima de sus campanarios….Los bombardeos las han hecho huir ¿Volverán un día? Venimos de Crépy-en-Valois, por la misma carretera que ha tomado la horda alemana. Un poco antes de llegar a Senlis, la campaña empieza a presentar este aspecto habitual de los campos en los cuales se han batido, árboles segados, ramas esparcidas por todos lados y grandes agujeros redondos en la tierra cavados por los obuses….No hemos hecho cincuenta pasos en Senlis que ya sabemos a que atenernos. La primera casa es un hotel restaurante situado en la pequeña plaza, ha sido saqueado e incendiado. De esta plaza parte la más grande calle de Senlis, la calle de la República, De punta a punta, ahora es una larga calle en ruinas, algo parecido a una calle de Pompeya o de Hercolanum, pues bien, es mucho más terrible, porque las ruinas son de ayer y no han estado pisoteadas por el tiempo, más aún, están ennegrecidas por el incendio y llenas de escombros y escorias aún calientes. Han entrado en Senlis, han empezado por saquear las casas, sacar todo lo que se podía comer y beber, después en esas casas han lanzado bombas especiales que al explotar provocaban el incendio. Esto ha sido en toda la calle, no ha sido el bombardeo que ha producido el fuego, en ese caso, se hubiese comprendido.
El efecto de un obús alemán caído en una calle de Soissons: Una casa reventada y dos caballos muertos

Una voluntad fría y reflexionada ha precedido esta devastación. Testigos lo afirman y en algunas casas, perdonadas por el fuego han encontrado esas bombas incendiarias que no habían cumplido con su deber. A la derecha, al principio de esta calle penosa a recorrer, todo un grupo de casas han sido consumidas por el fuego. No subsiste que algunos trozos de muros en medio de los cuales los tejados, las escaleras, los muebles se acumulan en un montón ennegrecido de piedras desmoronadas y cenizas…….Casas particulares, hoteles, demoras de pobres y de ricas torres modernas o elegantes construcciones antiguas, bonitas casas del siglo dieciocho, monumentos antiguos, nada ha sido evitado. El bello palacio de justicia y sub-prefectura modelo de arquitectura no existe. Para testimoniar esta pérdida, sólo la fachada queda de pie y se perfila sobre el cielo claro su estructura con proporciones tan justas, que aberturas regulares muestran el sitio de las ventanas y puertas, el resto se ha derrumbado, mismo esta fachada no se aguanta que por milagro, y, se diría, para dar aún algunos días a todos los que vienen a constatar el desastre, la medida de esta pérdida irreparable y la infamia alemana….Seguimos pasando. Una ruina suceda a la otra. En donde han pegado fuego, todo ha sido devorado por las llamas. No hay medias ruinas. Por la penosa abertura de un muro derrumbado, se apercibe un pequeño jardín, un macizo de flores pone sus manchas vivas y alegres, estas pobres flores, aún vivas entre tanto duelo, hace este duelo más triste aún- pero el contraste es demasiado cruel……
    La catedral no ha estado muy seriamente tocada, un obús al pasar ha descornado un balaustre, quebrado un pináculo y sus fragmentos han hecho en las viejas piedras grises y enverdecidas por el tiempo, heridas blancas. Pero esto no es nada y temblamos pensando en Reims, que su catedral……..

   Es así que los alemanes se han vengado sobre una pequeña ciudad inocente. También se han ocupado del alcalde, el Sr. Odent, se lo han llevado bajo buena escolta a Chamant, han cavado una tumba delante de él y lo han fusilado sin juzgarlo. Después lo han enterrado dejándole los pies al aire libre, es de esta manera que han encontrado el despojo del infortunado magistrado cuando manos piadosas han venido a exhumarlo para
darle una sepultura conveniente.
   He aquí como los alemanes hacen la guerra en nombre de su civilización bárbara, en nombre de las más grande Germania. Pueblo despiadado tanto que feroz, que, no existiendo que para la guerra y por la guerra, encuentran aún el medio de deshonorarla con él.


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