Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919
Semana del 10 al 16 de octubre 1914
SEIS NUEVAS BANDERAS ALEMANAS EN LOS INVÁLIDOS
Trofeos de los últimos combates, que habían sido
enviados a Bordó, y que el presidente de la
Republica
francesa ha traído a París
El príncipe de Gales abanderado de
granaderos de la guardia
En el momento de la
entrada en guerra de la Gran Bretaña, el príncipe de Gales, que ya había
cumplido un periodo de instrucción militar, fue incorporado como teniente en
los Granaderos-Guards. Durante varias semanas, les fue dado a los londinenses
de ver pasar en las calles de la capital, a la cabeza de su sección, el futuro
soberano llevando alegremente y marcialmente el uniforme de los granaderos.
Pero estos ejercicios cotidianos no son suficientes para el ardor del joven
príncipe, que solicita el honor de ir a Francia para combatir en las filas del
ejército expedicionario. Lord Kitchener, emocionado al recibir esta petición
del hijo de su rey, ha prometido, según comentan, de darle pronto satisfacción.
Mientras tanto, el heredero de la corona, ha tenido la alegría de ser ascendido
al rango de standard bearer, el lleva
la bandera de su regimiento en las horas que los granaderos de la guardia hacen
el relevo en el Palacio-Real de Buckimgham.
No hay nada mas bello que la juvenil silueta del crown-prince, que la fisionomía ofrece
el más feliz contraste con la del soldadón orgulloso, insolente y brutal, el kronprinz. Nada exprime mejor el
contraste de dos razas, dos educaciones, dos culturas. El príncipe ingles
guarda sobre su rostro sombreado por el casquete militar, el reflejo de la
gracia de su juventud y sus sentimientos; mientras que el otro reconocido por
todos los trazos de su fisonomía demasiado conocida que él ha recibido una
enseñanza de odio disimulado de orgullo inhumano.
EL PRINCIPE DE CALES ABANDERADO DE LOS GRANADEROS DE LA GUARDIA
El príncipe de Gales
La señora Macherez “alcaldesa” de
Soissons
Una mujer heroica: La Sra. Macherez.
Es una figura bien
francesa la de la Señora Macherez, que no tuvo miedo de improvisarse alcaldesa
de Soissons para recibir a los alemanes y defender contra ellos la vida y los
intereses de sus conciudadanos. Al sentir el acercamiento del enemigo, y en la
ausencia del alcalde elegido y de casi todo el consejo municipal. La Sra.
Macherez, esposa del antiguo senador del Aisne, tomo la iniciativa de reunir a
su alrededor, para asumir las pesadas responsabilidades, algunas otras
personalidades enérgicas: Msr. Péchenard obispo de Soissons; Sr. Blamoutier,
notario y un consejero municipal que permaneció en su puesto, el Sr. Musard.
Este pequeño
comité, al cual se había unido el Sr. Arfeuille, farmacéutico, tuvo el noble
papel de plantarle cara a las exigencias del invasor que, durante más de un
mes, desfilo en la desdichada cuidad sobre la cual no cesaba de caer las más
fantásticas requisiciones, y, entre tiempo, los obuses. Por su sangre fría, por
su energía altanera, a veces irónica, la Sra. Marcherez, consiguió a imponerse
a los oficiales alemanes. Mas afortunada que su vecino, el heroico alcalde de
Senlis, la valiente mujer evitó a sus conciudadanos los horrores del pillaje y
fusilamientos, la ciudad de Soissons, que, sin ella, hubiese sin duda sido
reducida a cenizas, no sufrió que por los obuses lanzados por los alemanes al
principio de su retirada.
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