lunes, 2 de junio de 2014

Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919 
 25 al 31 de julio del 1914

para mas información visitar la Web

www.cursosadistanciadefitoterapia.es 

La primera cinematografía submarina

   A medida que se perfeccionan los aparatos y los procedimientos puestos a su disposición, los fotógrafos, profesionales o aficionados se aplican, con una ingeniosidad, a veces es tan maravillosa de utilizar en cada campo las más difíciles en apariencia, sus tentativas, los instrumentos de investigación que les dotaban los inventores apresurados de avanzar en sus deseos. Se ha, en muchas ocasiones registrado algunos de los resultados maravillosos obtenidos por operadores emprendedores y felices. Estos fijaban sobre sus placas sensibles los feriados nocturnos de un fuego de artificio, el de un globo, de un aeroplano, de un ave, nos revelaban de aspectos bastante inesperados de nuestra tierra, iban a perseguir la cámara negra en el hombro, hasta sus guaridas desérticas de las grandes fieras sorprendidas en plena acción y la fotografía venía un auxiliar privilegiado de las ciencias naturales.

   Un poco más tarde el cinematógrafo siguió el empuje, los Filmes tornados en el desierto africano, en las nieves polares, pero quedaba por tanto un dominio, desde hace más tiempo que los otros y que aún sigue cerrado a nuestra curiosidad, es el de las aguas, los abismos insondables de los océanos, que la imaginación de Jules Verne nos ha hecho entreabrir este prestigioso, este maravilloso espectáculo tan atractivo y misterioso.

    Un sabio francés, el Sr. Louis Boutan, fue, hace una veintena de años, el iniciador de los primeros experimentos e intentos para sorprender los secretos de la vida submarina, ha habido más tarde de  émulos que perfeccionaron sus métodos –así el Sr. Jacques Reighard, de la Universidad de Michigan, el Sr. Etienne Peau, de Havre, el Dr. Ward, de Ipswich, que a fuerza de paciencia y habilidad, obtuvieron clichés verdaderamente asombrosos.
La inmersión: Se apercibe la pieza de moneda perdida justo sobre la figura central

   Con un avance natural, la cinematografía a su vez se lanza en esta materia. El principal problema es la complicación de la luz, cuando se desciende solamente a unos pocos metros de profundidad, esta seria su principal dificultad, la cual se debería vencer ante todo. Por fin llega a los oídos de Europa el anuncio que
inventores americanos, los hermanos Williamson, han encontrado la solución y puesto a punto un aparato, gracias al cual, ellos pueden rodar bajo el agua.
Restos de la guerra de Secesión reconocidos por un buzo.

   El dispositivo que permite al operador de bajar a una profundidad suficiente el “tubo submarino Williamson”, es un dispositivo o sí simple que ingenioso. La parte principal es una cámara de aíre de un metro treinta de diámetro aproximadamente, perfectamente impermeable y proyecta hacia delante el ojo gigantesco que mira hacia los misteriosos abismos, un apéndice metálico en forma de embudo, que su obertura cerrada con un espeso espejo vuelto hacia el interior, es la cámara de trabajo en donde el fotógrafo se ha instalado casi tan cómodamente que en el taller. De la parte superior de este reducto sale una chimenea comparable, a la de los arcones o cajones de fundición, pero esta abierta al aire libre por la parte superior, por la cual el operador, baja y sube a su puesto de observación. Esta chimenea esta constituida por una serie de elementos tubulares construidos con una materia suple que mantiene en forma cilíndrica los collares metálicos fijados a cada una de las extremidades, encajándose uno dentro del otro, formando una junta hermética, de tal manera que se puede a voluntad bajar o subir una o varias secciones, según la profundidad deseada.

   El conjunto esta adaptado a un robusto pontón, en donde están instalados los aparatos de maniobra y socorro, una pequeña fábrica de electricidad destinada sobre todo a proporcionar luz al potente proyector, indispensable para alumbrar el campo del objetivo.

   Mostrando los aspectos inesperados del fondo del mar erizados de corales entrelazados de extrañas vegetaciones, flexibles y armoniosas evoluciones de peces. Los inventores del tubo Williamson, no dudaban que su invento evolucionaría y cambiaría la búsqueda submarina.

La cinematografía submarina
Los tranquilos habitantes del mar, a 8 metros de profundidad.

   A medida que se perfeccionaban los aparatos y los procedimientos puestos a su disposición, los fotógrafos profesionales y aficionados, se aplicaban con una ingeniosidad muchas veces a utilizar maravillosamente en los campos los más cerrados en apariencia en sus intentatibas, los instrumentos de investigación que les proporcionaban los inventores apresurados de avanzar en sus deseos. Se ha enregistrado en algunas ocasiones resultados maravillosos obtenidos por operadores emprendedores y felices. Los que fijaban sobre la placa sensible el mundo de hadas nocturno de un fuego artificial: los que desde un globo, de un aeroplano, o con una ayuda hábilmente utilizada desde un simple cometa, nos relatan aspectos muy inesperados de nuestra tierra; otros también enregistraban la vida misteriosa de los infinitamente pequeños, cogidos por miríadas en una gota de agua o de sangre; los más osados, en fin, iban persiguiendo la cámara negra entre las manos, hasta dentro de  los lugares los más desérticos en busca de las grandes fieras sorprendidas en plena acción, en la soberana libertad de su velocidad, y la fotografía advenía la auxiliar privilegiada de escenas naturales.
   Un poco más tarde, la cinematografía seguía el impulso de la fotografía. Los filmes “turnados” en pleno desierto africano, en las nieves polares, vistos en los laboratorios o anfiteatros ingeniosamente organizados, disputan hoy en día en los “cines” las más populares, las escenas de las piezas las más alocadas.
  Un dominio, por tanto, demorado cerrado más tiempo que los otros a nuestra curiosidad; el de las aguas los abismos insondables de los Océanos, en donde la imaginación fértil de Julio Verne nos había hecho entrever  tan prestigiosas y fantásticas, tan atractivos misterios!

   Un sabio francés, el Sr. Louis Boutan, fue, hace una veintena de años el iniciador de las primeras experiencias intentadas para sorprender los secretos de la vida submarina, hubo más tarde des émulos que perfeccionaros sus métodos, así el Sr. Jacques Reighard, de la Universidad de Michigan, el Sr. Etienne Peau de Havre, el Dr. Ward de Ipswich, que, a fuerza de paciencia y de habilidad, obtuvieron clichés verdaderamente  asombrosos.
  Por medio de una marcha natural, la cinematografía, a su vez, deberá comprometerse en esta misma vía. El problema para ella, naturalmente se complico un poco. La falta de luz, cuando se descendía solamente a algunos metros por debajo de la superficie, debía ser la más grande dificultad que el tubo que vencer, aunque la sensibilidad de la película haya sido en estos últimos años, considerablemente aumentada. En fin, nos anuncian que los inventores americanos, los hermanos Williamson, hoy han encontrado la solución elegante y puesto absolutamente a punto un aparato, gracias al cual ellos pueden “volver” bajo el agua: los clichés que reproduzco a continuación y los anteriores, ampliación de los films, atestan que no se lo han inventado.
Esquema del conjunto del aparato Williamson en funcionamiento:  Pontón, tubo, cámara de trabajo                  y proyector eléctrico.
La cámara de trabajo del aparato Williamson.

   El dispositivo que permite al operador de bajar en el mar a una suficiente profundidad, el “tubo submarino Williamson”, es de una disposición tan simple como ingeniosa.
   Su parte principal es una cámara de acero, de 1,30 m. aproximadamente de diámetro, perfectamente impermeable, la principal razón, y que proyecta hacia delante, ojo gigante que lanza sobre los misteriosos abismos, un apéndice metálico fingiendo la forma de un embudo, cuya abertura, cerrada por un espeso vidrio, esta volteado hacia el exterior, es la cámara de trabajo, donde el fotógrafo está instalado casi tan cómodamente que en el taller. De la parte superior de este reducido pare una chimenea, comparable, si se quiere, a la de los arcones de fundaciones, pero abierto en su parte superior al aire libre, por donde el
operador desciende hasta su poste. Esta chimenea está constituida por una serie de elementos tubulares, construidos en una “materia suple”, que no han definido de otra manera en la nota de comunicación, y que mantiene en la forma cilíndrica collares metálicos fijados a cada uno de sus extremidades encajando uno dentro del otro en juntas herméticas, de tal manera que se pueda a voluntad, alargar una o varias secciones según el nivel que debe alcanzar la largura del tubo.
   El conjunto está adaptado a un pontón robusto en donde están instalados los aparatos de maniobra y de socorro, una pequeña fábrica eléctrica destinada sobre todo a proporcionar la luz al potente proyector indispensable para iluminar el campo del objetivo, y en fin todos los artefactos accesorios. Obedeciendo a un amable sentimiento de gratitud a la memoria del escritor que, hace ya tantos años, en un libro que ha leído el mundo entero y que estimula sin duda a más de un investigador, evocaba, de un capricho de su fecunda imaginación, los esplendores hoy en día conquistados, se le ha dado a ese pontón el nombre del autor de Veinte mil leguas bajo el mar.
   El Jules Verne, que, viene de hacer su primera expedición a la búsqueda de tesoros submarinos. Salido de Norfolk,  en el Estado de Virginia, en donde fue construido, a bordo uno de los primeros que rodaron films en los Estados Unidos, Sr. C. L. Grégory, el cual se ha ido a trabajar a Nassau, en la isla de Nouvelle-Providance, una de Lucayes. Aquí los fondos de coral y arena son pintorescos  a desear; las aguas,  extraordinariamente limpias, están por peces particularmente bellos de formas y colores. Como además por su posición, su puerto estaba, durante la guerra de secesión un punto estratégico, predestinado para hacer contrabando, y que en el transcurso de los combates navales que se libraron en estos parajes, muchos fueron los navíos que fueron al fondo, los vestigios de estas heroicas aventuras, son numerosas. Es así que un día, al improvisto, el operador tuvo la emoción de percibir, a menos de 10 metros de su objetivo, los restos imponentes de un navío recubierto de algas que, al contrario de los gusanos en las tumbas, galvanizan en cierto modo y protegen los restos que un brutal desenlace.
  Al final de esta cruzada los nuevos argonautas trajeron aproximadamente 3,000 metros de film, más de 1,500 metros han sido retenidos como excelentes.
   Mostraron aspectos inesperados de los fondos marinos erizados de corales enmarañados de vegetaciones extranjeras, de flexibles y armoniosas evoluciones de peces, de gestos curiosos de los buceadores, Y los inventores del tubo Williamson no dudaron que hacían una ruda concurrencia de los dramas que les cowboys, los ocupas, o los buscadores de oro son los héroes, y que, actualmente, en los Estados Unidos acaparan del cine toda la moda.

No hay comentarios:

Publicar un comentario