Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919
Semana del 25 al 31 de julio del 1914
EL VIAJE DEL PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA FRANCESA EN RUSIA
En el campo de
Krasnïé-Sélo: La llegada del Sr. Poinaré a la tienda imperial
La acogida que ha
encontrado en Rusia el presidente de la República Francesa, tanto en el entorno
del emperador y la familia imperial, que cerca del gobierno, de la corte, lo
mismo de la población, que, en su visita en la capital, tubo todo el placer de
manifestar sus sentimientos, esta acogida a sido particularmente cordial, mismo
muy afectuosa. Las calurosas simpatías que se creó el Sr. Raymond Poincaré, en
el transcurso de su primer día en las orillas de la Neva, cuando él era
presidente del Consejo y ministro de Asuntos extranjeros, habían admirablemente
preparado la atmósfera para el viaje que viene de terminar.
El 20 de julio, a la
una y cuarto el magnífico crucero acorazado France
saludaba con su artillería la tierra
rusa. Una hora más tarde, el presidente francés, acompañado del Sr. René
Viviani, ministro de Asuntos extranjeros y el Sr. Maurice Paléologue, embajador
de Francia, subían a bordo del yate imperial Alexandria en el cual les acogió el Zar, el mismo acompañado de su
ministro de Asuntos extranjeros, el Sr. Sazonof, y su ministro de la Marina, el
Almirante Grégorovitch, Se navega hacia Peterhof en donde el presidente francés
y su augusto anfitrión desembarcan en el mismo sitio que ya habían desembarcado
anteriormente, el presidente Félix Faure y el Sr. Loubet.
La jornada del 21
de julio fue destinada a la visita tradicional de San-Petersbourg, peregrinaje
a la tumba de Alejandro III, recepciones en la embajada y en palacio de
Invierno, visita a las obras francesas, banquete de gala en la embajada velada
en la Douma municipal.
La mañana del 22 de
julio, el Presidente francés, visitaba al emperador y a la emperatriz, en el palacio
en el cual vivian en el parque de Peterhof, una visita en el transcurso de la
cual, él entregaba al gran-duque heredero, el gran cordón de la Legión de
honor. Por la tarde el emperador, la emperatriz y sus hijos conducían al Sr.
Poincaré al campo de Krasnoïe-Sélo.
La visita del campo
terminada, el cortejo regresa a la tienda imperial situada en lo alto de un
cerro que dominaba el vasto campo de maniobras.
Por la mañana, por
fin, el Presidente francés asistía en el mismo campo a una imponente revista de
las tropas. Durante la comida, de brindis significativos fueron cambiados, y el
emperador una última vez exalta la ventaja de la colaboración entre las dos
grandes naciones. Ella no iba a tardar mucho a ser una ruda prueba.
El Presidente francés
que aún debía visitar al rey de Suecia en Estocolmo, al rey de Dinamarca en
Copenhague, al rey de Noruega en Christiania, no pudo realizar su programa
hasta el final.
En Estocolmo, en
donde fue recibido con la más calurosa solicitud por el rey Gustavo V y el
kronprinz Gutavo-Adolfo, por la población y sus representantes, debería ser su
última escala.
La locución del alcalde de Estocolmo al presidente de
la República francesa
La recepción del Sr. Poincaré en Estocolmo
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