Centenario de la primera guerra mundial 1914 - 1919
Semana del 22 al 29 de agosto del 1914
El paso por la Francia
En este país en
ebullición, en donde vibran, confundidos en un mismo entusiasme bélico, las
razas en todas las provincias, en donde la nación toda entera se precipita de
un solo impulso hacia las fronteras, que convoyes tan diversos no habrán visto
pasar, estupefactos, los que demoran en el hogar, sea que ventana se abre al
borde de algunas de las grandes arterias férreas que los llevan hasta los
lugares de la decisiva lucha, o que su curiosidad, mezclada de tristeza, les
llevaría, cada día, hacia la próxima estación, hacia el vecino pasaje a nivel!!
Así campesinos, que jamás han dejado su choza o aún como decía Coppée
“parisinos soñadores que nunca han viajado”, habitantes de los arrabales, sobre
todo, habrían podido, estos últimos días, saludar el paso de los combatientes
que vienen de más lejos, de hasta donde se extiendo el cetro paternal de la
Francia y colmarlos de flores, servirles a beber, los “turcos” como los
llamaban en otro tiempo, que, en la precedente guerra franco-alemana, habían
desconcertado al adversario en muchísimos encuentros, los tiradores indígenas
en las filas en las cuales marchaban codo a codo con los rubios, hijos de la
metrópoli, que el amor a la aventura, hace que hagan algunos alistamientos
sensacionales, los bereberes con el color de la piel casi clara, los árabes con
su nariz aguileña, y hasta negros con su bello color de ébano, hijos del
territorio del Sudan.
La parada en la estación de un tren de tiradores
indígenas, desembarcados de Argelia en ruta hacia el frente
Documentos e información de la semana
La comodidad del Sr. Schoen
Mientras que el
embajador de Francia en Berlín había sido enviado a la frontera holandesa, un
poco como un malhechor que lo extraditan el representante del Kaiser en París,
el Sr. Schoen era conducido hasta Berlín en un tren especial francés en el cual
encontraba al mismo tiempo, la más perfecta comodidad moderna, todo el respeto
que los pueblos bien educados tienen por costumbre a los embajadores de las
potencias amigas.
El Sr. Cambon, bajo
pena de verse detenido como prisionero, tuvo que pagar “en oro” los tres mil y
algunos francos que le fueron tasados por el precio de su viaje; la Francia no
reclamo nada al Sr. Schoen.
La mentalidad
alemana, interpreta sin duda estos procedimientos como una falta de debilidad.
El tren francés comprendía dos vagones-salón, 2 vagones de primera clase y dos
furgones, fue primeramente detenido como botín de guerra, en un momento dado,
detuvieron a los dos escoltas que habían asegurado la seguridad y la comodidad
del embajador alemán, del personal de su suite y de sus dos perritos.
Los dos escoltas
tuvieron que aguantar las más estúpidas vejaciones. Después de haberles por fin
autorizado a irse con el tren, les detuvieron de nuevo en Regensburg, y
después, en Constancia, desde donde por fin fueron dirigidos sobre la red
suiza.
El tren francés
había llegado a Berlín en la noche del 4 de agosto, es solamente diez días mas
tarde que pudieron llegar a París en la estación de Lión.
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